miércoles, 1 de febrero de 2012

EL ARBITRAJE

Gilbert XT400 Rugby ball.
Image via Wikipedia


-A rugby se juega con un balón oval y un mal arbitraje –dijo el Panza al final de un partido un domingo de esta temporada-, y el que quiera otra cosa que no juegue al rugby.
Expresiones parecidas las he oído desde mi primer partido a entrenadores, compañeros, directivos… siempre con gran respeto al árbitro. Esto es, todos sabemos que el árbitro se va a equivocar a lo largo del encuentro como sabemos que el balón es oval, son dos elementos, entre otros, que conforman el juego y que, quitando la referencia a la forma de la pelota, se dan en todos los deportes de competición. Pero en rugby nos esforzamos en que las decisiones del árbitro no sean contestadas ni en el terreno ni fuera de él por los deportistas, incluyendo en el concepto también a los directivos.  Sin embargo, ni el público ni los medios están sujetos por esa regla, así que los árbitros se encuentran cada vez más a menudo objeto de contundentes críticas que la cuasi clandestinidad del rugby evitaba hasta ahora.
Además el profesionalismo ha traído el desembarco en el rugby de una figura hasta hace poco ajena: nuevos propietarios de esas empresas que ahora son los clubes. Y estos patrones no pueden asistir impasibles a que un árbitro les perjudique su cuenta de explotación por una decisión siempre discutible –lógicamente los ejemplos que puedo dar son franceses por ahora-. Y los árbitros, sea uno o sean siete, cuenten o no con vídeos, se van a seguir equivocando, beneficiando a unos y perjudicando a otros.
-En el pasillo de los vestuarios, aunque no se pueda leer, siempre está escrito aquello de “el referí  siempre tiene razón, si no lo cree así, por favor no ingrese en la cancha” –insistió el Panza durante el tercer tiempo ya muy alargado-, pero… ¡Qué duro es este deporte, a veces! Oye…  ¿Qué me puede caer por placarle al árbitro sin querer?

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