sábado, 15 de febrero de 2014

DEL ROJO AL AMARILLO

Bertolt Brecht
Bertolt Brecht (Photo credit: Wikipedia)


-         Se está probando una vez más el arbitraje “a dos” en la Varsity Cup sudafricana que los equipos universitarios disputan este mes de febrero –nos lee en voz alta el Barón de la Florida, a la vuelta de su paseo por Landaretoki en kayak-,  ya que el mundo del rugby quiere perfeccionar todos los aspectos humanamente posibles de este importante elemento del juego...
-         Mientras, nuestro rugby tiene el arbitraje que puede permitirse: aficionados que dedican sus fines de semana a colaborar en que los engranajes de esta “delicada” maquinaria funcionen una semana más y eso no es malo –comenta el Marqués de Altamira que está ojeando una revista retrasada-.
-         Muchos jueces son incorruptibles, nadie puede inducirlos a hacer justicia –añade, citando a Bertold Brecht, Yann Hiruntchiberry que nos ha traído la biblia amarilla del otro lado del Bidasoa-, pero es inconcebible que en rugby se dé la perfección, dado el ritmo del juego, el aullido de los espectadores, la presión de los equipos con capitanes veteranos que juegan con el árbitro, y, sobre todo, la cantidad de acciones que se combinan simultáneamente y que el cerebro es incapaz de procesar. Prefiero un error arbitral a una sesión continua de vídeo, interrumpida por un poco de juego, que es en lo que se está convirtiendo el rugby profesional.
-         No exageres, recurrir al vídeo evita muchas veces errores que pueden cambiar el marcador definitivamente pero quizá habría que limitar más su uso por el árbitro –sugiere el Barón-.
-         Respeto, volvamos al respeto –insiste desde su cátedra el Marqués-, el respeto al árbitro es lo que hace buenos árbitros y si los árbitros se pudieran quedar más a los terceros tiempos en vez de salir corriendo a arbitrar el siguiente partido, habría más respeto y mejores árbitros en nuestro rugby.             

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