lunes, 17 de agosto de 2015

LOS CUERNOS

-          El trastorno límite de personalidad es un síndrome que se confunde con el alcoholismo. Yo creo que muchos trastornados beben para compensar sus cambios de humor, su inestabilidad, su imposibilidad de mantener relaciones sentimentales estables –disertaba Nekane Conde en la terraza junto a la iglesia de San Vicente solo parando para pegar mordisquitos a la pizza-, y el caos de sus vidas.
-          ¿Me estás poniendo cuernos con el uruguayo o no? –le preguntó José Basurco que, a su lado, bebía “pelotazos” de whisky con cola en serie- Y deja de darme la brasa con tus rollos sicológicos de tercera división, que yo te ayudé a pagar esos estudios de mierda.
-          Es uno de sus síntomas el realizar esfuerzos para evitar el abandono real o imaginado y precisamente al hacerlo consiguen provocar en la otra persona de la relación un rechazo cada vez mayor. El TLP típico hace todo tipo de favores o de ayudas sin que se le soliciten pero luego pasa una factura afectiva, quiere que se lo agradezcan por encima de lo normal. No perdona que el agraciado vea sus esfuerzos como algo normal en una relación sentimental…
-          O sea que no me vas a responder, después de todo lo que yo he hecho por ti –Basurco tenía los ojos saltones, vestía elegantemente y no paraba de fumar también-, y encima sigues atacándome con tu lenguaje de pedante pija.
-          El TLP impide percibir al sujeto que él es quien agrede a quienes le quieren ayudar porque incomprensiblemente le siguen queriendo y, como tú, no quieren ayuda profesional porque no son conscientes de su estado.
-          ¿Me estás o no poniendo los cuernos?
-          No –dijo Nekane echándose a llorar mientras se levantaba-, y adiós.

José Basurco tuvo claro que ella le engañaba y que ya no iba a volver con él, los ojos se le llenaron de lágrimas, acabó la copa, encendió el último cigarrillo del paquete y, al ponerse en pie, se cayó contra la mesa rompiéndose un par de costillas.

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