viernes, 11 de marzo de 2016

CULTURA DEL RUGBY

Páramos de las faldas del Chimborazo, Ecuador,...
Páramos de las faldas del Chimborazo, Ecuador, mostrando severa erosión eólica y sobrepastoreo (Photo credit: Wikipedia)
En este 2016 que nos ha llegado, culturalmente hablando, después de 2015, echamos de menos un poco de cultura rugbística que incluso hubiera podido ser un puente entre las dos capitales culturales europeas, ya que ambas cuentan con equipos de este deporte tan unido desde su nacimiento a la educación y que ha conformado en torno a él una cierta idea de cultura en base a los valores que sus practicantes proclaman.
Sin embargo, esta semana pasada ha sido una semana negra para el rugby en general y para el rugby como herramienta educativa gracias a la difusión de la petición de unos médicos británicos de que los escolares jueguen al rugby sin placajes y sin melés. Esta opinión, contestada inmediatamente  en el Reino Unido por opiniones médicas contrarias a la misma, tiene su fundamento en las lesiones que la práctica de este deporte acarrea.
Este deporte es un deporte de contacto incluso a nivel infantil e incorpora el dolor en su desarrollo normal desde su primera práctica y no lo ocultamos. El rugby no busca lesionar al contrario pero la disputa del balón oval conlleva el riesgo de que los contendientes se lesionen y quienes se inician en este deporte van a aprenderlo rápido y a la vez que aprenden sacrificio, respeto,  colaboración, honestidad,  solidaridad, fidelidad, amistad, compañerismo, humildad… entre colegas de distintas características fisiológicas sin discriminación, ya que en el rugby hay un puesto para cada uno.
La redacción  del texto que daba a conocer la susodicha opinión en el mercado español de contenidos ha puesto en descubierto, sobre todo,  la incultura de quien fue el autor de la misma pero lo de la incultura es ya inevitable en este 2016 que nos ha llegado, culturalmente hablando, justo antes del 2017.
 



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