jueves, 27 de abril de 2017

¡A PALOS!

-          El pateador del equipo es ese tipo que ocupa el puesto más técnico y que es quizá el más individual en este deporte colectivo, ya que su soledad frente al balón en cada uno de los tiros a palos del partido por transformaciones, penalidades o drops, es única en el desarrollo del juego, es el puesto que exige los entrenamientos más monótonos y repetitivos, con el objetivo de culminar el trabajo de los otros.
Murray es el único pateador admitido en el seno de la cuadrilla de “gordos” que se reúne con cierta frecuencia para mantener encendida la llama de la amistad que el balón oval prendió un no tan lejano día. Quizá fue acogido porque era medio de apertura y con cierta tendencia a devolver el balón hacia los delanteros y rara vez jugó de “quince”, de guapo de la plantilla. Entre sus múltiples defectos, está el de ser extremadamente didáctico, esto es un “palizas”, con los aspectos de técnica individual del rugby, sobre todo si quien le oye es un profano o una profana del juego, como hace unos días en una librería bilbaína –la única en Euskadi que recibe mensualmente la revista Rugby World-, sucedió.
-          Para ser pateador se requiere en primer lugar poseer un alto coeficiente de inteligencia. El tiro a palos es eminentemente técnico por lo que un elevado coeficiente de inteligencia permite comprender todos los requerimientos de la actividad, lo que es muy importante en la ejecución de la patada, ya que las acciones de este puesto se realizan a intervalos, es decir, cada tiro a palos es el final de un trabajo previo, el jugador debe ser capaz de analizar cada una de sus acciones tanto técnicas como las mentales y las físicas, no solo al realizar el pateo como acción final sino también en el transcurso de las acciones que anteceden al mismo, saber en qué momento exacto se encuentra, si debe detenerse, continuar o comenzar nuevamente…
Puede que tenga razón, pero yo pagué mi ejemplar y salí corriendo hacia la taberna de la acera de enfrente para recuperarme.


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