jueves, 25 de mayo de 2017

PASANDO LA BANDEJA


La sociedad gastronómica está prácticamente vacía, a pesar de que la excesiva temperatura exterior invita a disfrutar de su fresco interior este jueves, solo una de las alargadas  mesas está ocupada por unos irreductibles que han acabado su comida semanal.
-          “Nuestro médico acostumbraba a pasar con una bandeja llena de analgésicos antes del partido” -el Marqués de Altamira lee traduciendo de una revista de rugby en la sobremesa-, y supongo que he traducido mal lo de analgésicos porque en realidad escriben “asesinos de dolores”…
-          A nivel profesional es imposible resistir una temporada entera de competición sin tomar algo que haga olvidar el dolor –comenta el Barón de la Florida llegando con la bandeja de los más tés que cafés-, y, como el dolor es persistente, hay que tomarlo antes de saltar a la cancha.
-          Pero el dolor es una señal de alarma – Galtzagorri añade, cuando pone la otra bandeja, la de digestivos, en el centro del grupo-, y ocultarlo no arregla la lesión que lo provoca.
-          Pues, que yo recuerde, tú te tomabas “nolotiles” para desayunar en aquella semana de fase de clasificación en que los hombros te hacían llorar –recuerdo que saca el Marqués del viejo baúl de la memoria común-.
-          Y así me perdí el partido de la final porque la inflamación de los periostios y los tendones se quería hacer permanente, o sea que sé perfectamente de lo que hablo –Galtzagorri lo cuenta sin enfado y saborea un pequeño whisky con deleite-, además los antiinflamatorios estropean el estómago, así que hay que tomar algo para protegerlo.
-          El rugby construye personas pero hay que usarlo para educar y proteger a quienes lo disfrutan –Aristide Labarthe por un lado añade esta frase a la conversación y por otro añade hielo a su bebida-, como se decía, el rugby hace hombres a los niños y permite a los hombres seguir siendo niños.


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