jueves, 5 de octubre de 2017

BILBAO, BILBAO


El sol de otoño hace brillar la coraza del Museo cuyo nombre se pronuncia de infinitas formas diferentes. Las torres acristaladas y otras obras maestras de los arquitectos más premiados que se puedan encontrar en la tierra forman el paisaje que envuelve a una empequeñecida pareja de amigos que se dirige a alguna importante reunión de negocios importantes -seguro que lo son porque la reunión es en Bilbao-, mientras charlan de sus cosas, que parecen ser importantes también.
- Las doce entradas para la final de la European Cup las tenéis seguras, ayer volví a hablar con el club y me lo han garantizado -dice Manu Majors Etxebarrieta, traje oscuro de chaqueta, corbata azul del Athlétic, pisacorbatas dorado del Athlétic, gemelos dorados del Athlétic-, pero haces bien en recordármelo porque nunca se sabe…
Galtzagorri, recién llegado de Donostia, se ajusta la chaqueta gris que se le va quedando pequeña cada día y la corbata de color indefinible que disimula un poco el cuello abierto de la camisa, se detiene y mira alrededor lanzando un suspiro.
- ¡Siempre he sido un enamorado de Bilbao! Y de Maite y de Gurutze y de Begoña y de…
- Calla, calla y no repases otra vez todas tus novias bilbainas que nos dan las diez -le corta Majors mientras le dirige hacia la puerta de un edificio de oficinas y despachos- ¿Qué pasa en Iparralde? ¿Qué nos cuentan los amigos del otro lado?
- Lo del Aviron es de depresión aguda y solo se aferran a la esperanza de que ganando el derby van a relanzar la temporada pero el cerebro del club emite muy pocas ondas de vida… y no se quiere pronunciar la palabra maldita.
- ¿La fusión?


- Claro. Por el lado de los del otro marco incomparable los ánimos están calmados por ahora, se ganan los partidos de casa en un estadio que parece enorme para los espectadores que van a pasar un rato, el equipo hace un poco de turismo en los partidos de fuera... y la palabra maldita se pronuncia en un cuchicheo.

No hay comentarios: