jueves, 1 de febrero de 2018

MONOGAMIA


- No estamos programados para la fidelidad –dice Galtzagorri, observando en la prensa la sonrisa en rojiblanco de un futbolista hasta hace un rato blanquiazul resistente al lavado-, los seres humanos somos así.
- Menos los seguidores del Aviron Bayonnais – Hiruntchiverry comenta, sacudiéndose el granizo de la abundante cabellera salpimentada-, que, como no ponen su dinero, siguen fieles talibanes a los colores blanquicelestes…
- Con el Olympique de Biarritz: ¡Ni a heredar!
Quien también se sacude el granizo de la boina, al decir lo anterior, es Aristide Labarthe que ha compartido coche con el amigo biarrota y, sin embargo, solo aceptaría la fusión del rugby vasco profesional de Lapurdi por absorción del club de la costa por el club del interior.
- Y los fieles escoceses -añade Murray que está desenvolviendo la enorme fiambrera en la que su mujer le ha debido preparar un bacalao en salsa verde como para el equipo completo del cardo y que van a acabar entre los seis comensales presentes-, que mantenemos la lucha eterna contra la pérfida Albión o lo que sea y la también eterna esperanza de ganar de nuevo el Torneo.
- Pues yo también he visto un documental -el griposo Barón de la Florida añade, descorchando una botella de rioja para eliminar las últimas secuelas del virus-, no sé dónde, que explicaba que la monogamia, la monoandria y demás simiescas reglas van contra la programación de la naturaleza, vamos, que los seres humanos somos infieles por la ley natural y que…
- Que te vas a ganar una bronca -corta el Marqués de Altamira que ya ha extendido la mesa y ataca el pan como si no hubiera un mañana-, como se te ocurra comentar esas cosas en la próxima cena de matrimonios, que está programada antes del viaje a Murrayfield.
- Hay tantas excepciones como reglas -Galtzagorri va sirviendo las raciones humeantes del sabroso abadejo que ha cogido temperatura en un fuego suave-, pero la única regla es que Inglaterra va a ganar por tercera vez el Torneo ¿No?
Y dos horas más tarde, en plena exaltación de la amistad, seguía habiendo, por lo menos, tres opiniones distintas, sino seis.

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